lunes, 12 de diciembre de 2011

Febrero tierno

Ella, serena y fumadora
con una sonrisa siempre puesta
me dijo que algún día

dejaríamos de ser amantes,
amigos, conocidos, extraños...
Un triste tarde de febrero

donde una cuelli-corta
afloraba como la vil arpía
que todavía es.

Yo, pedí perdón, lloré
y grité durante nueve meses,
mientras las voces de las sombras

me poseían. Pero lo negué.
Negué sus besos, nuestros encuentros
lo que los monstruos

me decían, se susurraban
en la oscuridad de sus cuevas
de cucarachas cocaínomanas.

Ella y yo nos mirabamos
y ella me entendía,
y yo no la entendía,

pedía perdón
sin saber exactamente
lo que había hecho mal.

Yo y ella acordamos no enamorarnos,
en Febrero, del año anterior.
Quizás fue ese momento,

cuando dos años después
deseamos con nuestros puños
que el resto, que las lágrimas

y los abucheos, que las noches en vela
fumando, y los abrazos en el ascensor
y hacer el amor una noche de boda,

fueran a pesar de los demás...
A pesar nuestro...
Pero supimos al instante

que ya no sería así.
Recuerdo que un día
quiero creer que en Febrero

nos sentamos en el suelo de una librería
leyendo frases sueltas al azar.
Un juego que salió de su cabeza

y que en un instante
ella me miro, y leyó: "Te quiero"
y yo la miré, y le dije: "Te quiero"

y me beso por primera vez
en público, entre libros a ras de suelo
y gente mirando a los desconocidos.

Hoy he visto un foto suya,
mirándome. Hace dos Febreros
de todo esto

y en su mirada existe ese "te quiero"
la sonrisa indeleble
con el paso del tiempo

quiero recordarlo así,
por que así es como lo veo.
Mientras tanto, en el espejo

yo me miro
y pienso sin saber como hacerlo
y trato de decirme

lo que sólo puede ser silencio.
He arropado los recuerdos
malos y buenos

de unos cuantos Febreros
donde los dedos sabían a sal,
donde el pelo se despeinaba

con el viento, con la lluvia
con el sexo
donde empezó

y acabó una historia
que en nuestra memoria
será un Febrero tierno.

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