lunes, 28 de noviembre de 2011

Your words

Tus palabras se las lleva el viento
raudo e inquisidor
las arrebata al desperdigarse
en tu boca

Palabras frágiles y estériles
torpes, iracundas
estalactitas derretidas
ponche de mentiras y más mentiras...

sábado, 26 de noviembre de 2011

F.Y.

¡Cuidado¡ Gritaban las calles
¡Cuidado¡ Armas, fuego, lonas rotas,
perchas y cuervos, y cuervas...

¡Cuidado¡ ¿De que?
Sólo decía esa maldita palabra,
y también "Toma madroños"

¡Cuidado¡ Jesús... ¡Déjame¡
Y hubo silencio.
Pero el murmullo subió,

Y yo seguía cazando madroños
a cinco euros la desinhibición.
Paseando y sonriendo.

La calle seguía llena de cáscaras
de personas, y de muelas chillonas.
¡muimamo¡ Murmuraba...

Y seguía sin entender por que...
Y de una nos libramos,
en realidad, yo no me libre...

Lanzo un puñetazo,
defendiendo a una golfa
una pequeña zorrilla

que juega a ser maltratada,
a sentirse maltratada,
y lanza a sus perros fieles,

en realidad a su bulldog indefenso
contra un mastondonte nervioso
y pausado calmado.

La zorra jugaba, provocaba,
escupía y sentía que era hora
de mostrarse en general.

De actuar para el Oscar Honorífico.
Seguía jugando al maltrato.
Y miles de mujeres lloraban en sus tumbas.

¡Cuidado¡ Me decía la voz... Y supé por que...
El bulldog lanzo la garra... Y ni la esquive.
Y cuando la voz, expectante a mi reacción

me dijo: ¿Donde vas?
Entonces mis pies eran alas,
y mi corazón era sangre roja...

Me fuí tranquilo
quejandome, como de costumbre,
pero tranquilo...

miércoles, 23 de noviembre de 2011

¿Qué pasa? No lo sé.
Ha quedado en una mueca,
un suspiro y fin. Pitido.
Queroseno para el alma

y un imberbe niño, que nunca nació.
Ahí está la radiografía del corazón,
ahí está para que no la miren,
este momento, será siempre el mismo.

Ahora sé que yazco como una almohada
esperando que algo se apoye sobre mí
lastimero, como un perro maltratado.
Como un perro maltratado.

Lo sé, sé que he perdido.
Pude amar, y amé,
sin saber amar,
y ahora mis niños se alejan

en el esperma de otro.
Y puede que los violines
me conmocionen,
y puede que me entregue

apoyado en la esperanza,
aunque ya no hay esperanza,
no por el momento.
No por este momento.

Alguien inventó el amor,
lo estudió y lo hizo a mi manera,
pero no me dejo tañirlo
con cascarón de felicidad

lunes, 21 de noviembre de 2011

Hojas de otoño sobre asfalto

Jergas del árbol otoñal.
Hemos caminado en círculos.
Nos hemos marchitado
y hemos muerto en el intento.
Somos hojas amarillas pisoteadas
por el tiempo, tratando
amando, muriendo

Nos hemos besado y abrazado
como una última vez,
y en esa despedida
los conductores de los coches
pasan torpes sin mirar
lo que se fragua en este lado
de la ciudad.

Arde el banco, y podría arder una iglesia
pero hay suficiente sudor
entre el cielo y la tierra
para apagar dulcemente
tanto humo, tanto y tanto fuego.
Y hay palabras para apaciguar
almas perdidas.

La noche en que las gaviotas
arrasan el cielo de España,
y parece que Génova
es el centro de la revuelta
de los muertos vivientes,
todo daba igual.
Se proclamaron en pleno otoño
y las hojas tildadas de amarillo
me recordaron la posibilidad ínfima
de que, por muy mayor que seamos,
podemos ser derrumbados.

Menudo mundo loco.
Insano y tenúe,
casi te toca sin darte cuenta
y sopla la muerte
como a cualquier hoja
amarilla y desterrada de la vida.

Puedes pensar en que hay una fuerza,
que justifica perfectamente 
cada acción que te permites,
que permite a tus compañeros triunfar.
Puedes cabrearte y llorar,
quejarte como un torpe vendedor de muletas
para el alma, muletas como poemas.
Y sin embargo, los cumpleaños siguen llegando,
hagas o no hagas nada.
Y ahí lo tienes. Un día alguien te recuerda
que eres viejo, y que es hora de desprenderse
del árbol. Caer y estrellarse contra un asfalto mojado.

A lo mejor las cenizas te han rodeado,
o puede que el espejo se apiade de ti.
Quizás el camino es encerrarse leyendo,
o echar las llaves a todos los cerrojos
con dos piernas exuberantes,
o ver pasar los ojos, las obras de teatro,
los sueños...


Sin camino, sin destino, sin miedo,
inexpresivas y redundantes en actitud,
tristes y alegres, duras y frágiles
como hojas de otoño sobre asfalto.

SPS

Tus dedos, mi lengua
entumecidos
sangran mi cerebro

y pienso en la gente bonita
mirando alrededor
como árboles centenarios

la mierda nos rebosa
y es el límite de su mirada
el que juega a ser horizonte.

Un tío vestido de mujer
una mujer vestida de Rubens
contonea la carne

y nos observa.
Y sirvo de guarda bolsos
de cubre copas

Y ahora noto el sabor amargo
y tus dedos se vuelven a entumecer
y mi boca se duerme

como se apagan las palabras
el ruido, el tecno, el alcohol
ahora ya tiene sentido.

sábado, 19 de noviembre de 2011

El circo de la lluvia

Miedo y circo.
Está todo infectado
de putas e hijos de puta

Lástima de energía
basta y bana,
la incógnita

de tanto desparrame
estéril y sin corazón.
Miedo y circo

y el alma sin puños
sólo con alas
que se engarrotan

al pensar en amor.
Al pensar en dolor.
El circo de los dos ojos

que tanto nos retoca
y nos sacude entre aplausos.
Y sólo yo frente al público

mi erección es tan poderosa
que podría dejar embarazada
a esta sala de una palabra.

Silencio. Este circo se quema.
Y lo tenemos que mirar con miedo.
Este circo estúpido. Yo digo.

Pero mientras las tablas se resquebrajan
y entre las rendijas no hay sangre,
ni los ojos se quiebran

ni hay una misera lágrima,
ni un espacio para pensar lo suficiente
para escindir este alma en dos,

el circo cae en pedazos
como chuscos de veneno
sobre la cabeza de un cura.

Señores, yo lo veo a diario.
Y lo siento. Siento como el circo
prentende dar miedo.

Pero el miedo viene de raiz
viene sobrevolando estas líneas
blancas y amarillas.

Un payaso se ríe.
Y no hace gracia.
Una puta se muestra

y no existe sexualidad.
Yo sólo soy capaz de ver
como es un circo miedoso.

Y entre tantos payasos,
mimos, ukeleles, y bailarinas,
un trapecista se balancea

desde el público
absorto por el miedo latente.
Parece ser que el serrín

lo ponemos nosotros,
borramos el límite de cal
con temblorosas manos

unas manos blancas
que son incapaces de ensuciarse
tan impotentes ante la audacia

de las caras pintadas que nos arrastran
a mirar al escenario, al miedo del circo.
Mientras vea este miedo

ya puede el circo quemarse
que yo me quedo bajo la lluvia.
No hay mayor premio

que ver arder un circo miedoso
mojado, cubierto de tela ínsipida.
Por mucho que la lluvia

prentenda que moje mi lengua,
hace tiempo que los pies me pesan
y la lluvia que me hace más fuerte

me mata con el barro en las botas,
esas que me llegan a la barbilla,
ese estiércol que me ha cubierto.

Miedoso circo del miedo.
Allí dentro todos están contentos.
Una mísera trompa de alcohólicos

putas, e hijos de puta arden
en un oro de cobre.
Esta noche, me quedo dentro.

Así, podré, por lo menos,
acogerme a mi obligación indecente
de ser un miedoso más.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Catorce Lunas

Llevo catorce lunas
arrancadome la piel con los dientes
saboreando el indigesto pecado
de querer algo y desecharlo.

Llevo catorce lunas
acariciando almohadas ajenas
despertandome y viendo
que olían a mis catorce olores.

Llevo catorce lunas
y desgraciadamente
catorce fachadas para cada momento
cada respiración, cada lugar.

De esas catorce lunas
las catorce han sido lunas llenas
donde el lobo se comió al lobo
y donde el hombre

se acoge a su derecho a rabiar
frente a cualquier estafa, mentira
y congoja de los otros hombres.
Donde el hombre

se amparaba en la excusa
de que existen catorce lunas
y cien amaneceres
donde esconderse tristemente.

Llevo catorce lunas
gritando, gimiendo por los silencios
ensordecedores
las exclusas por donde el lobo

se filtra, y permanece expectante
a las batidas de cazadores.
Catorce largas lunas
sin dormir...

Sólo escuchando poemas
historias tristes, quejidos inservibles,
hormonas maniatadas, pecados tontos,
y farándula por doquier...

Por doquier sólo hay amaneceres,
y yo llevo catorce lunas
preguntandome por que creo en las lunas
si ni siquiera las miro.

Llevo catorce lunas en la espalda,
y anoche las solté.
Y alguien me dijo... Eres un fénix...
Y yo dije, ya lo sé.

Las lunas están rotas,
como las conversaciones llenas de palabras
completas de sentimientos,
vacias de todo...

Como si todo o nada fueran un adjetivo.
Como si me importara algo de lo que oigo.
Como si cualquiera fuese capaz
de danzar a un son prohibido.

Este son, solitario; este valls desubicado
estas lunas desquebrajadas como cristales,
y todos sus trozos que jamás coincidirán,
que no volverán al cielo para brillar.

Veo catorce lunas,
muertas y anodinas,
veo mis pies,
terminando el trabajo.

Las catorce lunas, no dejan de ser
mis pies heridos,
mi sangre en el suelo...
Y yo, que ya ni miro.

martes, 8 de noviembre de 2011

Espacio, palabras y tiempo.

Pasarán los meses,
y me dirás que me quieres.
Ese último abrazo fue guardado
en la Black Berry.

Ese último abrazo,
y mi recuerdo.
Bien en el fondo
del Facebook.

Yo guardo los emails,
los guardo, por que son manchas
de un tiempo mejor,
donde me amabas más

que ciento cuarenta carácteres.
Donde tus palabras llenaban
mi espacio, y el tuyo.

Ahora sólo me quieres por móvil,
reduciendo lo máximo posible
las palabras, secretando ambigüedad

Y yo preguntandome
¿Como se ama en tan poco espacio?
¿Con tan poco tiempo (dedicado)?

Yo no sé hacerlo.
Y el móvil es peor que el reloj de Cortazar.
Por que este tiene tiempo y palabras.

Y yo no tengo nada más.
Si solo gasto contigo quince minutos,
que hago con el resto.

¿Que hago? ¡¿Que hago?¡
Sin tiempo para decir que te amo
y que el movil tiene latigo

y que la distancia es demasiado tiempo
y que las palabras son poco espacio.
Así que te lo pido en silencio.

Dejame. Olvidame. No me digas
nada más. No malgastes las teclas,
por que ya no te quiero.

Ya no busco

Ya no busco. Me escurro.
Eso es todo.

Ni luz, ni sexo, ni teatro.
Si acaso una ranchera.
Pero no es suficiente.

Digo y admiro mi vida,
"la desperdicié", digo.
Ni un recuerdo.

Nada. Ya no busco.
Ni corregir las palabras.
Parece que me aburro.

Ya no busco ni el absurdo,
ni explicación alguna
a esto. A lo innombrable.

¿Se ha acabado?
Se ha acabado.
¡Se ha acabado¡

No busco ni los perdones
ni las excusas
ni un motivo.

Ahora estoy expectante...
Que me busquen.
Aunque tengo la terrible certeza

que no lo harán.
No lo harán.
No... Ya  no me buscan.

La rabia... Esa...
Esa que me quiere
atar a su código

No hay alarido suficiente,
ni cabreo fingido,
ni folleteo capaz

de que me vuelva a amar.
Maldita rabia.
Bendita rabia.

Te busco y no te busco.
No más de esto.
Que alguien me de la respuesta.

Lo suplico...
Que algo me diga el camino.
Que me enseñen por donde se vuelve.

Ya no busco
la tristeza me coge de la mano.
Suave. Me dice que no busque.

Y le he hecho caso.
La rabia me abandono
"Caso perdido"- Dijo...

Y ahora la tristeza es mi amante,
mi compañera. Mi instructora.
Mi represora. Quien me susurra.

Ya no busco gritos en mi cabeza.
Ni la locura excesiva.
Ni las palabras altas.

Ni el sexo desgarrado.
Todo es silencio en mi cabeza,
cordura excesiva,
palabras monotonas.

Ya no busco la vida,
por que al parecer,
es ella quien me busca.

Ya no busco, no queda nada que buscar.
Todo lo se. Nada se.
Ya no busco. ¿Para qué?