Un día dije que a la orilla de la vida,
cuando alguien se ahoga en el rio de la muerte,
es capaz, de manera casi inconsciente
de firmar un último te quiero, como si supiera
que es hora de dejar caer las gotas de lluvia.
En ese momento se sella un pacto de amor
que es imposible romperlo durante el resto de tus días.
Ahora digo que ese mismo juramento debería recaer
sobre cada respiración, cada hálito pactado con el tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario