sábado, 12 de mayo de 2012

El árbol

Un árbol en medio del horizonte
asoma su sombra
en la cama del sol.

Alguien trata de subir.
Las ramas caen
pesadas como prejuicios.

Tratan de reanimarlo
y de agua lo llenan
y de abrazos lo abrazan.

Los niños corren a su lado
jadean y musitan
que árbol más viejo.

Su piel se desconcha,
su semblante, serio y triste
yace inmovil en la penumbra.

Por la noche,
escucha los gemidos
y le regalan un condón usado,

una nube polvorienta
y unas llantas marcan
el territorio del macho alpha.

Pero él sigue muriendo.
Con la mirada encajada
entre la tierra y el cielo.

Cavan a su alrededor
grandes zanjas
de jungla asfáltica

y en un sueño profundo
en la arena seca
las raíces se agarran poderosas.

Primero deben buscar
esa madre raíz
para sacudirla de vida.

Pero tras semanas de excavación
el lugar se declara
inapropiado para la construcción.

Las máquinas se alejan
y no arreglan nada

Los hombres se apartan
y tras sus pisadas

un largo rastro
de sombras, risas y basura

dejan, anodinos
ante la indigna travesura

del alcalde de turno
con los jefes de construcción.

Con los jefes de obra
y sus bocas llenas de polución.

Mientras, prohiben acampadas
en sol

Mientras, la luna sale
tarde

Mientras no existe ese árbol
moribundos

Mientras no se oyen las risas de
los niños

Mientras, las raicen ya no pueden
descansar

Muere el árbol
y una pareja se tienta los labios
y un hombre se inventa palabras
y unos pajaros anidan
y unos títeres acuden a su lecho
y la vida pasa y pasa.

Sin embargo, sus raíces perdurán
aún,
debajo de mis pies
y la tierra

debajo de mi lengua
y el tiempo
debajo de mis manos

y
 
    e
     s
       t
         e

            p
              o
                e
                  m
                     a


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