viernes, 20 de abril de 2012

Ya he descubierto el porqué de nuestro comportamiento. No hay comportamiento. No hay elección. Está todo teñido de una capa de libre albedrío, de azar, de falta de responsabilidad que de por sí el camino está cada vez más rasito. Sin baches que levanten demasiadas expectativas. Puede que me haya convertido en exceptico. Un ser que no ama, que no cree en el amor, que carece de alguna manera de empatía y que poco a poco se ha ido cerrando en una serie de funcionalidades relacionadas con el placer. No el placer corporal y sano, si no uno más mundano y grosero. Soy el hijo perdido de una generación sin hueco. No tenemos hueco. Los sensibles han sido apartados como cebolla podrida. Ahora somos los hijos sanos de una generación enferma que nos deleito con la libertad de expresión, la tremenda masificación de medios de comunicación, el culto a la belleza y a la moda y la satisfacción en el acto. Incapaces por una parte de agradarnos con eso, nos conformamos con pequeños escupitajos de realidad para soportar la tan mundana realidad. Hace poco salí a una de esas convenciones llenas de artistas, donde la gente admiraba a un nuevo creador que había encontrado el verdadero hijo predilecto del arte. Un huevo estrellado contra la pared de un museo. Claro ejemplo, según el artista "Malik" (pseudónimo de un nombre que no conseguí encontrar) de que somos hijos non-natos que antes de nacer hemos sido crucificados en el panorama público. Lo mejor de la "perfomance" fue la clara obsesión del artista de dejar todos los codigos de los huevos en lugar visible, clara referencia a que siempre tratan de catalogar una generación para que los medios no se asusten o de alguna manera para tener a alguien a quien culpar.

Y la pregunta que me hago es: ¿Qué pasa? Y la respuesta que me sucede es: No entiendo nada. Por que no lo entiendo. No es ya una frase frígida y prefabricada de "no entiendo a las mujeres", no. Es una frase que lanzo al fuero interno. Como incitando al corazón a que me diga que pasa. Que me pasa, que le pasa a los ojos de las personas, que le pasa a las personas con sus sueños, con sus palabras, con sus logros. ¿Donde se ha quedado el límite de nuestra persona y donde están los límites impuestos? Una persona crea una cosa y otro la destruye, pero cada vez hay menos vida, menos arte, cada vez estamos más llenos de esa cosa conformista. ¿Y que es un blog si no una cosa conformista? En vez de salir a hablar, salimos a beber. En vez de obsesionarnos con un país, de reconocerlo, de saber de sus culturas, absorvemos los viajes, rápidos, raudos y a la cama del hotel a ver la televisión cuando hemos estado pateando seis horas Roma o Berlín. No hay raíces. Nos han arracando del nido de la gallina y nos han expulsado tan rápido que hemos llegado reventados, cociendonos a una temperatura brutal. Los gurús son ídolos que se erigen ellos mismos. Antes primaba la inteligencia. Ahora un ser que habla es un pedante. Antes primaban los hombres que se hacían a sí mismos, ahora somos una panda de mojigatos con gafa-pasta que hacemos chistes sobre tonterías que no llevan a nada. Y alguna parte de mi cerebro dirá: "No, que va, es que hay que relajarse. No todo va a ser sufrimiento" Y la otra, la parte más visceral, la que más sola ha querido estar, se encoge y dice: "Claro, como se sufre tanto". ¿Cual es ese sufrimiento insufrible y que insuflamos a tal alta fuerza que, figurate, tenemos que escuchar mierda banal para poder sobrellevarlo? ¿Cual? La parte derecha me dice: ¡Pues el trabajo! ¡Pues el dinero!¡Pues la pareja! ¡Pues la vida! y la parte izquierda responde con una simple cara de resignación y con una vacilante respiración dispuesta a no decir nada. Parece como si la mayoría de los sueños estuvieran dispuestos a ser destronados. Y no sé como será en otros países, pero ahora mismo, y en este país tengo una crisis. Quizás la crisis de los 30 años, quizá la crisis llena de grapas, quizás no hay crisis y no se puede etiquetar. Pero soy un varón blanco y europeo, sin taras mentales, que no pertenezco a minoría etnica, ni religiosa, ni sexual, y por lo tanto mis comentarios puede que estén predispuestos a ser serveramente juzgados. Para más inri soy actor y leo. Cosa que no suele combinar muy bien. Tartamudo y dispuesto a dejarme el corazón. Y lo peor de todo, es que si me dejo llevar por esa situación, me transformo en un quejica de mierda. Y debería ser exterminado.

El otro día escuché un cuento brutal, de un señor que iba en burro con su niño. Y el niño iba montado encima del burro, y apareció alguien y dijo: Pero hombre, baja al niño y subete tu. Y tras unos kilometros, apareció otro diciendo: Abrasé visto, él tan cómodo y la criatura andando. Total, que se cambiaron y se subieron los dos, y llegaron a casa y la mujer del hombre les dijo: "Pues vaya par de tontos. Los dos reventados y el burro tan pancho".

A lo que quiero llegar es que todo lo que he dicho anteriormente es una buena gilipollez. Excepto el cuento. Que todo se soluciona con un poco de pensamiento, con quererse a uno mismo, y podría decir veinte bravatadas más, pero en realidad no servirían más que para crear expectativas. Y esas no son muy amigas mías.

La crisis señores, es tan necesaria como los momentos de bonanza, pero yo, soy como España. Cuando tuve un momento de bonanza, fui y me lo gaste en el bar. Y ahora, que este seco y parco como las tierras baldías de monte quemado, resulta, que me falta todo lo que antes me sobraba.

Quizás es momento de parar, reflexionar y echarse unas sonrisas al cuerpo. Si, eso es lo que voy a hacer. Reírme, cantar y comer bien.

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