martes, 9 de noviembre de 2010

Guzmán

Es un buen hombre.
De esos que te sonríe
al verse los cordones destartalados.
Impaciente, constante, picaro.

Se dedica a cantar a las viejas,
observa los gatos de la basura,
y cuando nadie le mira
coge una piedra y rompe un cristal,

Entonces se va silbando
con sus manos duras y venosas
en los bolsillos rotos
y su corbata de colorines.

Aunque a Guzmán sólo se le puede ver
cuando hay un espejo delante,
ahí es cuando te dice: Mírate
y una mueca asoma por el hombro.

Claro, ahora sólo puedes reírte
sin complejos, ni meteduras de pata
por que si hay algo que Guz tiene,
es una eterna sonrisa como traje.

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